Tom Chatfield, experto en cultura digital – Para BBC
Varios diccionarios han incluído entre su vocabulario términos de uso frecuente en los escenarios digitales.
(…) la legión de expresiones como ‘PLOP’ (el sonido de un desmayo), quejidos como ‘Auch‘ y técnicas de redes sociales para hacer más dramática la escritura como #YomeEntiendo.
En cada caso la línea divisoria es enormemente generacional, con un toque de esnobismo y estética. Sin embargo, incluso las divisiones aparentemente obvias entre lo viejo y lo nuevo se pueden analizar más a profundidad.
Cuando el Diccionario Inglés de Oxford dio el salto y agregó a su vocabulario algunos «acrónimos notables” en marzo de 2011, como OMG –por la expresión en inglés «Oh Dios mío”’, o LOL, que en inglés significa «reírse en voz alta”; o FYI –cuya traducción en español es PSI o para su información, aclaró que la primera vez que se reportó el acrónimo OMG fue en una carta de 1917 de nada más y nada menos que Winston Churchill.
Incluso la personificación más emblemática de la mensajería en línea, el emoticón – caras felices o tristes dibujadas con signos de puntuación -:) o :(-, fue alguna vez publicado en el siglo XIX por la revista satírica Puck bajo el título «El arte tipográfico».
Nos hemos acostumbrado tanto a decir en voz alta cosas como “puntocom” que nos olvidamos de que estamos hablando en signos de puntuación.»
Tom Chatfield
Pero sería perverso pretender creer que no hay nada inusual en la era de Internet. Al menos en el abandono de las palabras habladas como el motor del cambio lingüístico hacia el acto de escribir en una pantalla.
Nos hemos acostumbrado tanto a decir en voz alta cosas como «puntocom” que nos olvidamos de que estamos hablando en signos de puntuación.
La velocidad en la comunicación hoy está sincronizada con la velocidad con la que las palabras son adoptadas. Bicicletas, automóviles y teléfonos fueron palabras que tomaron décadas en ser parte la vida diaria, como palabras e incluso como objetos.
Con la gran oferta en línea, el éxito puede ceñir el mundo en cuestión de meses. Me burlé cuando escuché por primera vez el término Twitter. Ahora lo acepto tanto como el verbo «googlear” -buscar en Google- que se ha convertido en parte activa de decenas de idiomas en el mundo.
Donde el hábito lidera, el lenguaje lo sigue
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