(Extracto)

Victoria De Masi | vdemasi@agea.com.ar
«Señorita, permítame ver su bolso». Quien lo pide es un hombre que oficia de personal de seguridad en una farmacia de esas que además de remedios venden caramelos y medias. Es un lugar que invita a la compra, pero que al mismo tiempo convierte en sospechosos a todos los clientes, empezando por esa luz ultrablanca con la que iluminan todo. El hombre no porta armas, pero viste uniforme y eso es suficiente para decirle a una chica que no puede salir sin que él vea lo que lleva en su cartera. «No tengo porqué mostrarle a usted lo que llevo en mi cartera ¿O acaso cree que estoy robando?». El de seguridad insiste, dice que son las reglas del local y la mujer estalla en furia. Lo que ni el hombre ni la empresa saben es que ningún cliente tiene la obligación de mostrar sus pertenencias. Y no tiene que ver con normas de ningún local sino con el artículo 18 de la Constitución Nacional, que protege los papeles privados entre otras garantías.
Otro «clásico» es la respuesta de las vendedoras en los locales de indumentaria y calzado: «Hoy no hacemos cambios». La Legislatura porteña sancionó la ley 3.281 que habilita a los consumidores el derecho a hacer cambios de productos sin trabas y cualquier día. Explicita que todo cambio producto «deberá efectuarse en los mismos días y horarios en los que el comercio atienda al público para ventas».
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